La carretera que atraviesa la meseta de Aurlandsfjellet, a tres horas en automóvil al norte de Bergen, Noruega, es transitable solo cinco meses al año. En sus menos de 50 kilómetros, el trayecto serpentea desde el nivel del mar hasta superar la línea del bosque, para luego regresar al fiordo. La ruta, con buenas razones, no admite autobuses con una longitud superior a 12,40 metros.

Solo unos centenares de metros y empieza la emoción. Apenas pasamos las últimas casas de la pequeña localidad de Lærdalsøyri, junto al Fiordo de Sogn al oeste de Noruega, nuestro conductor, Manfred Wandl, afronta el primer reto de la jornada. A la derecha el camino cruza un puente estrecho, con la anchura justa para el Tourismo de Mercedes-Benz. El experimentado conductor domina el trance con maestría y buen ojo, aunque, eso sí, no puede desviar la vista ni por un momento del arroyo salvaje y romántico que corre por debajo de él hacia el valle. Y no es tampoco la última dificultad que tendrá en los próximos 46 kilómetros.

Circulamos por la Fylkesveg (o sea, carretera nacional) Fv243, también conocida en Noruega como «Snøvegen» (carretera de la nieve) o «Aurlandsvegen». Está pequeña carretera comarcal, que desde 1997 es uno de los 18 trayectos paisajísticos oficiales del Ministerio noruego de Turismo, une las localidades de Lærdalsøyri y Aurlandsvangena. Se ubica a una altura de 1300 metros de altitud, en las montañas de Aurland (en noruego, Aurlandsfjellet) sobre una meseta rocosa cubierta de nieve hasta bien entrado el verano. El trayecto no se abre al tráfico hasta principios de junio, volviendo a cerrarse normalmente a mediados de octubre. Aunque la alternativa, el túnel de Lærdal, cuyos 24,5 kilómetros lo hacen el túnel viario más largo del mundo, está disponible todo el año y es más rápida, quien se decida por atravesar el Aurlandsfjellet disfrutará de vistas espectaculares y de la solitaria inmensidad de los prados de alta montaña.

Nuestro conductor, Manfred Wandl, conoce ya bien el norte de Noruega. Después de haber dejado a sus pasajeros en Tromsö, a 1500 kilómetros al norte, para que se embarcasen en un correo de Hurtigruten, se encaminó al sur con su Tourismo Mercedes-Benz del operador turístico Contempi Reisen de Schwäbisch Hall (véase recuadro), para recogerlos a los cuatro días en el puerto de Bergen. El Aurlandsfjellet es un trayecto inolvidable incluso para todo un profesional como él: «El contraste en tan pocos kilómetros entre el verde de la costa y las alturas cubiertas de nieve es de por sí algo inaudito». Añadamos un trayecto muy exigente, con abundantes pasos estrechos en los que un conductor ha de mostrar toda su destreza. Sin embargo, este bávaro de 59 años muestra una alegría evidente. Cuando se suceden las curvas, cuando la carretera tiene el ancho justo para un autocar, cuando no cabe una mano entre el espejo y la pared rocosa, Wandl está en su salsa: «De verdad que es un trayecto divertido», dice con una sonrisa al atacar la curva siguiente.

Con sus 315 kW (428 CV), el motor Euro 6 de seis cilindros impulsa sin esfuerzo los 12,30 metros de largo del Tourismo en la ascensión, y al poco tiempo se termina ya el bosque. Casi de repente, cambiamos de escenario a la altitud de apenas 1000 metros. Desaparecen árboles y arbustos, que son sustituidos por un paisaje rocoso de praderas con vistas impresionantes a panoramas de alta montaña. La carretera serpentea ahora entre campos nevados, lagos de montaña helados, cascadas caudalosas y formaciones rocosas cubiertas de musgo. Es una extensión sin fin, inhóspita pero dotada de una hermosura fascinante.

Apenas ha aparecido hasta ahora ningún otro vehículo, lo que también tiene sus ventajas. En efecto, ni siquiera en las zonas de descanso hay apenas sitio para que un automóvil pueda adelantar el Tourismo, y no digamos alguna de las furgonetas turísticas de alquiler cuyos conductores, más o menos experimentados, palidecen al ver venir de frente el autocar. Y, sin embargo, según nos acercamos al extremo occidental de nuestra ruta, nos cruzamos con cada vez más excursionistas llegados hasta la cumbre desde Aurlandsvangen para contemplar una vista espectacular del fiordo de Aurland. Aquí, a 650 metros sobre el nivel del mar, el mirador Stegastein se asoma 30 metros por fuera de la montaña, ofreciendo así un panorama incomparable del fiordo.

Al mirar hacia abajo sospechamos ya lo que vamos a comprobar en los próximos seis kilómetros hasta Aurlandsvangen: nos queda el tramo más difícil. En la breve cuesta, una sucesión de curvas de 180º, la inclinación de la pendiente hace que la carretera parezca más estrecha todavía. Añadamos la nutrida ascensión de excursionistas rumbo a la plataforma de observación. Aquí queda ya completamente claro por qué la ruta por el Aurlandsfjellet está cerrada a autocares con más de 12,40 metros de largo.