30 °C bajo cero en el Círculo Polar; 40 °C en Sierra Nevada; tráfico urbano extremo en Estambul y Esmirna... Hasta que el nuevo eCitaro estuvo maduro para la fabricación en serie, fue sometido a pruebas de dureza extrema.

Revista Omnibus
El hielo y el calor
El eCitaro de Mercedes-Benz se pone a prueba.
El hielo y el calor.
El eCitaro de Mercedes-Benz se pone a prueba.
La pequeña ciudad finlandesa de Rovaniemi está considerada el hogar de Papá Noel. Y en invierno es también el segundo hogar de los ingenieros de pruebas de Daimler Buses. El eCitaro aprobó aquí dos exámenes de febrero. Incluso llegó a viajar por sus propias ruedas al norte polar para soportar allí casi -30 °C.
Las pruebas de invierno en el Círculo Polar ofrecieron resultados muy valiosos. Por ejemplo, que pese a la helada temperatura exterior una batería tarda días en congelarse por completo. Y que los autobuses eléctricos de la estrella arrancan aun así sin problemas. La carga al aire libre es lo único que resulta difícil con frío extremo. Al autobús le sucede entonces como al deportista del que se espera un rendimiento supremo sin haber calentado. Conducir en invierno, por el contrario, resulta todo un placer. Según Andreas Dingler, director de Pruebas de Daimler Buses, «gracias a los motores eléctricos accionables individualmente que lleva en los cubos de las ruedas, el eCitaro arranca estupendamente sobre hielo y nieve». Los ingenieros de pruebas idearon también sutilezas, por ejemplo para preacondicionar e incluso supercondicionar el arranque de modo que permita optimizar la autonomía. Pero estos datos no pueden averiguarse en una cámara de frío, sino en los hielos eternos del Círculo Polar.
«No se han tenido contemplaciones con el eCitaro por ser eléctrico. Las pruebas tienen el mismo nivel que con el Citaro diésel.»
O, también, en los calores estivales de España. El destino era aquí Granada, cuando el termómetro se acercaba a los 40 °C. En esas condiciones, si llenamos de carga el interior y, con ayuda de calefactores y humidificadores, creamos un clima como en un autobús urbano lleno de público, plantearemos un duro reto al autobús eléctrico. Añadamos tráfico urbano intenso y puertas abiertas de par en par en las paradas. Por si no fuera suficiente, a continuación los ingenieros de pruebas obligaron al eCitaro a subir el puerto del Pico del Veleta, en Sierra Nevada: cerca de 35 kilómetros cuesta arriba sin pausa, hasta una cota de 2.550 metros. Entre los ciclistas, es un trayecto de montaña legendario. Y lo mismo entre ingenieros de pruebas: cuesta arriba pueden comprobar la refrigeración a plena potencia permanente; cuesta abajo, los frenos, incluida la resistencia del freno eléctrico.
A 2.800 kilómetros al este, en Estambul, quedaba aún una prueba de marcha prolongada. Un eCitaro, con 35.000 kilómetros a su espalda, salió de la zona urbana de Mannheim para hacer otros 60.000 kilómetros más internándose en el torbellino de la metrópolis del Bósforo. A ritmo de 24 horas al día, con la única interrupción de los intervalos de carga. Después se dirigió a la gran ciudad de Esmirna, en la costa mediterránea: 400 metros de altura entre medias, a veces más del 70 % de humedad del aire, temperaturas ardientes. Y otros 60.000 kilómetros. «Continuamente pendiente arriba y pendiente abajo, alternando batería cargada y descargada, puro estrés», explica Andreas Dingler.
Tanto en invierno y en verano, siempre tienen que ser dos periodos de pruebas. Dingler lo aclara: «La primera vez aprendemos y a continuación desarrollamos el concepto, y la segunda vez ponemos a prueba el resultado». Por ello un eCitaro tarda más en madurar que otros autobuses. Pero merece la pena. Aunque solamente fuera por la prueba en terrenos en mal estado, en el circuito que la casa posee en Wörth, cerca de Karlsruhe, podríamos atribuir un carácter despiadado a estos ingenieros. Unos miles de kilómetros allí equivalen a toda la vida útil de un vehículo. Una prueba de tensión extrema a cámara rápida.
Para terminar, el eCitaro se cita con un Citaro de motor diésel para un duelo de aceleración. El objetivo no es lograr un tiempo más rápido, sino mitigar el par de giro de arranque del temperamental eCitaro hasta el nivel de un motor diésel; algo que los pasajeros agradecerán.
Los ingenieros de pruebas de Daimler Buses han atormentado en total doce modelos eCitaro. Hay que añadir también numerosas pruebas de componentes concretos. Por ello, Andreas Dingler insiste: «Para poner a prueba el eCitaro le hemos aplicado exactamente el mismo rigor que al Citaro con motor de combustión. Tiene nivel Citaro». Y, por tanto, vía libre para su fabricación en serie y su empleo en empresas de transporte urbano. En cualquier parte, desde Rovaniemi en el Círculo Polar hasta Granada en España.